domingo, 17 de junio de 2007

DERECHOS SEXUALES

Alice MILLER, “Las demandas por derechos sexuales”. En: III Seminario Regional. Derechos Sexuales, Derechos Reproductivos, Derechos Humanos. Lima: CLADEM, 2002, 121-140.
Ideas centrales de la autora:
1. Los derechos sexuales implican el surgimiento de varios estereotipos. La sexualidad motiva complicaciones específicas a los derechos sexuales por sus múltiples campos y significados. Entre estos estereotipos no sólo se remiten a los de género, sino también la forma cómo se sexualiza otras diferencias y los modos que los estereotipos sexuales afectan otros estereotipos y estructuras de subordinación.
2. La autora realiza una clasificación de las demandas por los derechos sexuales. Las demandas evolutivas buscan ampliar gradualmente los derechos existentes a nuevos sujetos (lesbianas, transgenéricas, trabajadoras sexuales) y a nuevas situaciones. A pesar de las buenas intenciones estas demandas pueden conducir a dar un sentido proteccionista a los sujetos que se desean dotar de derechos, o excluyen o dotan de mayor poder a los sujetos tradicionales (varones, a la heterosexualidad, a la normalidad).
3. Las demandas devolutivas se refieren a la identificación de los derechos sexuales con demandas sectoriales específicos y el impacto que genera. Aquí surgen las asociaciones de los derechos sexuales con los reproductivos de las mujeres, la plataforma idónea se vincula con la salud, y los derechos sexuales son ligados a las personas por su orientación sexual. No se niega la importancia de los derechos reproductivos pero al considerarse que los derechos sexuales son un subconjunto de los primeros, se está reforzando la idea que el principal campo de la sexualidad es la reproducción, y por ende, la heterosexualidad y el matrimonio.
4. Con respecto a las demandas revolucionarias, la autora declara que el poder de la imaginación política puede dar forma a un universo del que puedan surgir acciones estratégicas específicas y realistas para demandas nuevas y transformadoras. Las demandas sexuales deben incorporar nociones sobre el cuerpo, el individuo, la comunidad y la sociedad.
5. Los derechos sexuales deben reconocer la supremacía de la no discriminación y la igualdad remarcando la dignidad de la persona, la noción de que todos los derechos están interconectados y son interdependientes en su realización. Además, la participación de individuos y grupos en la determinación de los temas que los afectan.
Palabras claves de la lectura:
Derechos sexuales/demandas/estereotipos/estrategias

Comentario crítico de la lectura:
El punto de partida de la autora es interesante, al enfocarse en el mundo de las representaciones, las cuales son necesarias en todo el proceso que implica la planificación, elaboración, aplicación y evaluación de las políticas públicas, sobre todo las que se centran en la sexualidad humana. La Historia nos ha enseñado que las mentalidades, o el imaginario colectivo, es el ámbito de los seres humanos que posee el menor desarrollo con respecto a los cambios. Nuestros imaginarios tardan en evolucionar. Tal aspecto es central en los derechos sexuales porque al ser la sexualidad uno de los aspectos de la psiquis humana que posee una tendencia más conservadora, las resistencias a los cambios se fortalecen con el apoyo de algunas instituciones: la iglesia católica, las escuelas, las familias, incluso los propios Estados.

Las sociedades occidentales siempre han privilegiado una mirada dualista en relación a la sexualidad. Considerando la existencia de dos seres: el varón y la mujer. La unión de ambos generaba la reproducción de la especie. De ahí la importancia del matrimonio, el cual legitimaba el ejercicio de la sexualidad. Hasta la actualidad, la iglesia católica afirma que la principal función de la sexualidad se remite a la procreación. Además al ser una capacidad divina no puede controlarse por la mano humana. Por lo que los métodos anticonceptivos son repudiados.

La presencia de los estereotipos se hace más fuerte en las materias relacionadas a la sexualidad, sobre todo en las fases que involucran los derechos sexuales. La autora se preocupa de que estos estereotipos no son tomados en cuenta, a veces ni siquiera por los mismos/as gestores/as. Lo peligroso de esta omisión es que pueden contrariar los efectos que se pretenden. Siendo necesario en todos los procesos que implican los derechos sexuales tener la idea permanente de la no discriminación y la igualdad.

La autora demuestra que los derechos evolucionistas o devolutivos, a pesar de sus buenas intenciones, pueden reproducir estereotipos como el llamado a un proteccionismo hacia los sujetos que desean defender. Así se postula por los derechos revolucionarios que promuevan transformaciones, lo que es de gran importancia si recordamos las permanencias del imaginario colectivo. Es que las prácticas y las representaciones van juntas no por separado.

Uno de los problemas de los derechos sexuales es su acompañante permanente: los derechos reproductivos. Esta alianza puede acarrear peligros, porque al juntarlos en las políticas muchas veces se da mayor peso a los reproductivos dejando de lado los sexuales. Constituye un riesgo porque puede consolidar la imagen de que la sexualidad tiene el máximo fin de la reproducción biológica. También se puede reforzar la idea de que el cuidado de los anticonceptivos es tarea única de las mujeres. Todas estas nociones se vuelven riesgosas por el contexto conservador que está emergiendo en los diferentes ámbitos sociales del mundo que tratan de “defender a la familia”.

Otro de los puntos interesantes que ha señalado la autora es el sector salud. En ocasiones los derechos sexuales y reproductivos se centran en la salud correspondiente. Pero a veces el propio discurso médico posee varias preconcepciones en el momento de atender ciertos casos ligados a la sexualidad. No olvidemos las afirmaciones de Foucault, quien señalaba la dinámica de los discursos en las redes de poder que guiaban las prácticas. Los cuerpos siempre han sido sujetos directos de estas redes.
La necesidad de luchar por los derechos sexuales tiene como base la transformación de la cultura política de los/as ciudadanos/as. Las mujeres y los varones al poseer diversas nociones en sus psiquis, entre las que se encuentran los estereotipos, podrían disfrutar de su sexualidad sin el temor de los repudios sexuales que vienen desde la crianza y el colegio. La idea del castigo divino es una idea permanente que desanima la exploración del cuerpo y por ende de uno/a mismo/a. Los miedos consolidan a los poderes tutelares que rigen las sociedades latinoamericanas. Así se perpetúa la desigualdad entre las personas que viven en un mismo país, nunca no veremos como iguales, sino siempre diferentes pero en un sentido de discriminación al sentirse superior o inferior al/la otro/a.

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